魂の音

(El sonido del alma)

Aram Ledezma

Su muerte ocurrió de forma repentina. La noticia me fue dada por palabras de mi amiga Ima-san:

—En un accidente de auto, en Shibuya. Al parecer sobrevivió al impacto, pero llegó a morir al hospital. Tenía 36 años, joder.

Fue la versión que me relató aquel día de marzo.

Jun ”Seba” Yamada, conocido en el medio como "Nujabes", había nacido el 7 de febrero de 1974 en la región de Minato, Tokio. De todas las anécdotas que tengo con él, la que vale la pena contar es la del día que me invitó por primera vez a su estudio de grabación. Hablamos del último disco de MF Doom, de nuestras predicciones para Japón en el Mundial de Sudáfrica y de si el sake sabe mejor frío o caliente. No podía desaprovechar la ocasión para interrogarlo sobre algunos de los samples que usó en su álbum Metaphorical Music.

—Si la memoria no me falla, en "Lady Brown " usé una sección de la guitarra acústica de una canción de bossa nova llamada "The Shade of the Mango Tree". Para "Beat Laments The World"  fue la línea de bajo de "Make Love 2". Me confesó.

En el escritorio donde reposaban vinilos y una tornamesa, había una hoja amarilla de papel que decía "音" (sonidos); era una lista con ruidos poco usuales, tales como un cajero registrando artículo, un startup de PlayStation 1, un balón de soccer cayendo al césped seco, herramientas oxidadas golpeando piedras, un rollo fotográfico avanzando, etcétera. El más curioso de todos, sin embargo, era el alma.

Movido por la sorpresa le pregunté por tan peculiar lista.

—Samplear extractos de canciones se ha vuelto obsoleto y una actividad tediosa. Actualmente no encuentro mayor sentido a desperdiciar mis horas en busca de obras ya hechas para incorporarlas a mi música.  Lo que pretendo ahora es revolucionar un arte en decadencia sampleando todos los sonidos que existen en la naturaleza. De entre todos ellos, el que más me interesa registrar es el del alma humana. Duncan McDougall ya se encargó de demostrar empíricamente que ésta tiene un peso de 21 gramos. No sería descabellado entonces pensar que algo con peso y mensurable, produce sonido. 

Su razonamiento, con tintes de fantasía y arrogancia, no pecaba de incongruencia. Incluso guardaba cierta lógica. 

—¿Y cómo piensas samplear el sonido del alma?

—Fácil. La única manera de lograr tal tarea es dándole muerte a una persona. Sólo así será posible registrar el sonido y reutilizarlo en las melodías que desee. Ya experimenté con roedores y aves, pero fracasé. Lo intenté con perros y lo más cercano que obtuve fue algo parecido al ruido del agua hirviendo. No soy el único. Otros enemigos del sampleo tradicional como Steven Ellison o Richard James, también están ensayando con nuevas texturas sonoras, pero no se atreven a ir más lejos. Yo ambiciono algo grande, casi divino. Tan sólo imagina las atmósferas que sería capaz de crear. 

Jun se estaba exaltando. Sus ojos se iluminaron y sus manos rompían el aire. Cuando se dio cuenta de que ya había hablado demasiado se calló. Hubo un silencio en el estudio, hice como que vi su colección de vinilos y me retiré.

Un mes después, Ima-san me contó lo de su muerte. 



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Aram Ledezma. Egresado de Comunicación y Periodismo por la UNAM. Escribe sobre fútbol en sitios especializados.