El vallenato me violó           

Peigly Yarmileth Rojas Amaya 

Da miedo escuchar las palabras que relatan el pasado, desenterrar el momento, los detalles, los olores, ¡me exalta!

Aún recuerdo su imagen: impávida, inerte, y majestuosa; mirándome mientras él puteaba mi diminuta vagina con su pene, como abriendo camino. Lo logró, dolió. Recuerdo ese olor, el vaho de su masculinidad revuelto con el calor que encerraba la habitación. 

Mientras él se deleitaba con mi cuerpecito, me concentré en un hermoso acordeón que estaba tirado en el piso: trajinado, pero con un rojo nacarado impecable, el diapasón y la caja armónica destilaba brillos con los rayos del sol que se colaban por la ventana- siempre pensé que era un rey vallenato, pero hasta hace poco, mi padre, me dijo que su primer acordeón había sido un honner tapa roja original, BESAS-. Me pregunto si aún estará vivo, haciendo música, o lo habrán descuartizado para repuestos, si aún se acuerda de mí, de ese día. 

Lo acusé. No pasó nada. Lo seguí viendo en medio de las parrandas que se hacían en la casa: tan libre, despiadado y poderoso. Grande hace al hombre las notas del acordeón: expía sus pecados, le da brío, lo hace invencible.  

¡También quisiera ser como él!






Creado con DALL·E 2 de IA

Peigly Yarmileth Rojas Amaya es abogada especialista en Derecho procesal de la Universidad Nacional de Colombia, feminista, vallenata (del gentilicio popular de Valledupar, Cesar).